Reflexiones

OSHO: «Sólo lo irreal se disuelve»

Si la vida es desbordante, el amor será desbordante. Entonces no te puedes atar a uno. Entonces estarás fluyendo por todas partes; llenarás todas las dimensiones. Y entonces la mente advierte peligro, de modo que es mejor no estar vivo. Cuanto más muerto estás, más seguro estás. Cuanto más muerto estás, más está todo bajo control.

Puedes controlar; entonces sigues siendo el amo. Te sientes el amo porque puedes controlar. Puedes controlar tu ira, puedes controlar tu amor, puedes controlarlo todo. Pero este control sólo es posible en el grado mínimo de tu energía.

Todo el mundo debe de haber sentido alguna vez que hay momentos en los que, de pronto, se cambia del grado mínimo al máximo. Vas a un paraje de montaña. De pronto estás fuera de la ciudad y de su prisión. Te sientes libre. El cielo es inmenso, y el bosque es verde, y la cumbre toca las nubes.

De repente respiras profundamente. Puede que no lo hayas observado. Si vas a un paraje de montaña, observa. En realidad, no es el paraje de montaña lo que produce el cambio. Es tu respiración. Aspiras profundamente. Dices: «¡Ah! ¡Ah!» Tocas el centro, te vuelves total por un momento, y todo es dicha. Esa dicha no proviene del paraje de montaña, esa dicha proviene de tu centro: lo has tocado de pronto.

En la ciudad tenías miedo. Allí por todas partes estaban presentes otros, y te estabas controlando. No podías gritar, no podías reír. ¡Qué pena! No podías cantar y bailar en la calle. Tenías miedo: había algún policía cerca, a la vuelta de la esquina, o el sacerdote o el juez o el político o el moralista.

Había alguien a la vuelta de la esquina, así que no podías bailar en la calle. Bertrand Russell ha dicho en alguna parte: «Amo la civilización, pero hemos logrado la civilización a un precio muy alto.» No puedes bailar en la calle, pero puedes ir a un paraje de montaña y, de repente, bailar. Estás sólo con el cielo, y el cielo no es una prisión. Es sólo apertura, apertura y apertura: inmenso, infinito. De pronto, respiras profundamente, la respiración toca tu centro y la dicha. Pero no dura mucho. En una hora o dos, el paraje de montaña desaparecerá. Puede que estés allí, pero el paraje de montaña desaparecerá.

Volverán tus preocupaciones. Empezarás a pensar en llamar a la ciudad, en escribir una carta a tu esposa, o empezarás a pensar que, como vas a volver dentro de tres días, deberías hacer preparativos. Acabas de llegar y ya estás haciendo preparativos. Has vuelto.

En realidad, tu respiración no tenía que ver contigo; sucedió de repente. Debido al cambio de situación, la marcha cambió. Estabas en una nueva situación, no podías respirar como antes, así que, por un momento, hubo una nueva respiración. Tocó el centro, y sentiste la dicha.

Shiva dice que estás tocando el centro a cada momento, o que si no lo estás tocando, puedes tocarlo. Respira profunda, lentamente. Toca el centro; no respires desde el pecho: ése es uno de los trucos. La civilización, la educación, la moralidad, han creado la respiración superficial. Será bueno ahondar en el centro, porque si no, no puedes respirar profundamente. A no ser que la humanidad deje de ser represiva con respecto al sexo, el hombre no podrá respirar realmente.

Si la respiración baja profundamente hasta el abdomen, da energía al centro sexual. Toca el centro sexual; masajea el centro sexual desde dentro. El centro sexual se vuelve más activo, más vivo. La civilización tiene miedo al sexo. No permitimos que nuestros niños se toquen sus centros sexuales, sus órganos sexuales. Decimos: «¡Basta! ¡No te toques!»

Observa a un niño cuando se toca el centro sexual por primera vez, y le dices «¡No! ¡No te toques el centro sexual!»: la respiración se volverá superficial inmediatamente; porque no es sólo su mano la que está tocando el centro sexual: la respiración lo está tocando por dentro. Y si la respiración sigue tocándolo, es difícil para la mano. Si la mano se para, entonces básicamente es necesario, es preciso, que la respiración no toque, no vaya tan profundo. Debe permanecer superficial.Tenemos miedo al sexo. La parte inferior del cuerpo no es sólo inferior físicamente; se ha vuelto inferior en valor. Es condenada como «inferior».

Así que no profundices, permanece superficial. Es una pena que sólo podamos respirar hacia abajo. Si les dejaran, algunos predicadores cambiarían todo el mecanismo. Sólo te permitirían respirar hacia arriba, en la cabeza. Entonces no sentirías la sexualidad en absoluto.

Osho.  «El Libro de Los Secretos Vol 1»

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